
Esto de vivir a huevo con alguien está más que cabrón. Chuequen. Ayer que llegué a mi casa a las 2 de la mañana con ganas de nada más que dormir, el frito de mi rumi me grita ¡lava la sartén! Resulta que sólo tenemos una. Pero a la verga a mi nadie me va a decir lo que tengo que hacer, y menos a las dos de la mañana. Como soy una persona muy razonable no le contesté, fui al baño, me lave los dientes y entré a mi cuarto. Escuché otro ensordecedor grito ¡¿wey, vas a lavar esa madre?! La lavo mañana. No, ya lávala. ¿La vas a usar ahorita? No. La lavo mañana. Pero la voy a usar para desayunar. Lavaló tú, lo dejas sucio y yo lo lavo después. Wey me caga lavar tus trastes. Después de ese ultimo reclamo, la cosa ya estaba poniéndose fea, entonces decidí, a la verga, ya no voy a discutir, le puse seguro a mi puerta y me acosté. Lo que siguió fueron por lo menos 20 minutos que se me hicieron 20 horas, de ese wey tocando mi puerta y diciendo, wey contesta, wey contesta, no seas mamón, a que hora vas a lavar la sartén. Yo que soy más necio, no dije ni una palabra, por que sabía que a estas alturas no iba a terminar bien, si nos hacíamos de palabras o salía de mi cuarto. Mierda que paciente soy. Si no escucho la voz de ese wey en una semana creo que estaré bien ¡Por supuesto que no iba a lavar la sartén en ese momento!